Una llanura tenebrosa es el punto y final a una tetralogía bastante original, interesante y diferente a las de su género, escritas por Philip Reeve y que pronto se estrenará en el cine con Máquinas Mortales, la primera parte (reseña en este enlace). 

La historia comenzaba en un mundo postapocalíptico donde las ciudades de la Tierra deambulan por el mundo sobre ruedas gigantescas, arrasándose entre sí, y en el que los recursos cada vez son más escasos. El protagonista de la novela comenzó siendo Tom Natsworthy, un huérfano londinense de 15 años del Gremio de Historiadores, que tratará de revelar un misterio que podría cambiar el orden del mundo.

Muchos años han pasado desde entonces, aproximadamente veinte, y Una llanura tenebrosa comienza seis meses después del cliffhanger que encontramos en Inventos Infernales, en el que nos quedamos en ascuas por saber qué les deparaba el destino a un par de queridos personajes.

Es complicado hacer una reseña sobre el final de un libro sin hacer spoiler al lector de todo lo anterior, pero ya sabéis que me gustan los retos.

Ha resultado una tarea digna de admiración por parte del autor la de saber desarrollar todos y cada uno de las tramas y elementos que fue incluyendo con cada nuevo libro: stalkers y antigua tecnología, la lucha entre ciudades y mossies, niños perdidos, Brighton, Airhaven, Pennyroyal, Sathya, Khora, Nueva Londres, la Tormenta Verde y sus planes, y mucho, mucho más. 

Todo este conjunto hace del universo de Máquinas Mortales uno de los más originales e intrigantes de la ficción juvenil.

La novela cuenta con muchos momentos que se hacen fáciles de visualizar mentalmente, lo que lo hace muy cinematográfico y le da agilidad al desarrollo de la historia. Pero no sólo encontramos esto en los libros, pues también hay un buen puñado de personajes que le dan mucha vida a la historia gracias a lo bien retratados que están, haciendo que la historia alcance a veces mucha profundidad emocional y toque diversos temas que hacen reflexionar.