Conocimos a Cereza y su pasión por los misterios en El zoo petrificado (reseña aquí). Ahora, tiene once años y sueña con ser escritora, ávida por encontrar misterios para ejercer de joven espía. En pleno mes de julio, las vacaciones parecen ser el escenario perfecto para dar rienda suelta a este hobbie. Es entonces cuando descubre que una anciana vecina suya acude todos los martes a la biblioteca a sacar exactamente el mismo libro, una y otra vez. 

¿Quién es esa señora y por qué lee el mismo libro una y otra vez? ¿Quién es su autor y por qué parece ser tan importante para ella?

A lo largo de la novela, que se hace muy ágil gracias a estar contada en forma de cómic/novela gráfica, veremos cómo Cereza vuelve a repetir errores del pasado anteponiendo sus juegos de detectives a todo, incluídas sus amistades, familia y obligaciones, lo que llevará a varias discusiones, peleas y separaciones dolorosas.

Algo que me sorprendió con el primer libro, entre otras cosas, era el detalle de las viñetas, muy coloridas y que reflejaban bien las emociones. En este caso se repite ese mismo patrón, y aun así se puede ver una mejora porque, al menos yo, he visto que las emociones se plasman con mayor detalle y es casi como ver una película.

Además, enseña valores muy importantes como la amistad, el saber valorar lo que tienes, o aprender a mirar al pasado sin que duela, entre otras enseñanzas. 

Intercalada con la novela encontramos varias páginas del diario personal de Cereza, con escritos de su puño y letra y dibujos hechos por ella, que le dan más personalidad al libro en sí y son páginas importantes para conocer más de su personaje.

Aunque no son volumenes especialmente extensos (apenas 100 páginas), se compensa mucho con todas las enseñanzas, sentimientos y situaciones que contienen sus viñetas tan llenas de color, detalels y vida.