El mundo está lleno de Ruido.

Cada pensamiento, cada sentimiento, cada fantasía interna, cada mentira y cada anhelo son proyectados en una cacofonía de sonido. Cada pensamiento de animal u hombre puede ser escuchado, y no hay forma de escapar de ello. Durante una guerra hace años entre los humanos y una raza alienígena, estos últimos liberaron el germen del ruido en forma de arma biológica, provocando lo que expliqué al principio, así como la muerte de todas las mujeres. Aunque los humanos ganaron, el ruido quedó y se ha convertido en parte del día a día de los hombres.

Como consecuencia de la erradicación de las mujeres, sólo queda un niño. Todd Hewitt es el último niño en un mundo de hombres; tan sólo treinta días le separan de cumplir trece años y pasar a formar parte de la adultez. Ese mismo día, Todd se encuentra en la ciénaga a las afueras con su perro parlante Manchee (al contagiarse del germen, consiguió la habilidad de hablar) cuando encuentran algo inaudito: un "agujero" en el Ruido, donde existe la ausencia completa de sonido alguno. Asustados, huyen de aquello, pero deberán abandonar su ciudad natal, Prentisstown, cuando sus guardianes, Ben y Cillian, se lo ordenan. Al volver a la ciénaga y reencontrarse con aquél agujero, descubren que lo está creando una niña. La primera niña que ven en décadas.

Con solo un cuchillo como defensa, Todd, Manchee y la misteriosa niña deben huir de un grupo de hombres que les persiguen, hasta que llegan a un pueblo...con hombres, mujeres y niños.

El cuchillo en la mano es una novela que puede parecer mal categorizada en juvenil en algunas partes, pues es más bien una distopía cruda y de pesadilla que trata algunos temas profundos. El motor principal de la novela es la narración directa y seca de Todd. Al estar contada en primera persona desde su perspectiva, es casi como si toda la narración fuera una transcripción de todo el flujo de pensamientos por culpa del Ruido, lo que hace que su voz sea genuina sin llegar a ser molesto, sino más bien le hace ser un personaje distintivo, más real.

En cuanto al worldbuilding, El cuchillo en la mano hace un buen trabajo. La premisa captó mi atención desde el inicio. ¿Cómo sería vivir con tus pensamientos expuestos a todo el mundo, y viceversa? ¿El Ruido es igual a la telepatía, sin botón de apagado o entrenamiento? ¿Cómo sería capaz una ciudad de crecer sabiendo los secretos más íntimos de tus vecinos? ¿Por qué alguien crearía un arma tan devastadora como el Ruido, que además erradicaba sólo a las mujeres? ¿Y cómo acabó esta raza en este planeta?

El ritmo de la historia es bastante ágil, puesto que Todd y sus compañeros están prácticamente huyendo constantemente, sin momento para respirar tranquilos. También está el hecho de que Todd debe cargar con el descubrimiento que todo lo que creía saber con seguridad era mentira, al menos fuera de las fronteras de Prenttistown.

Aunque algunas revelaciones no fueron extremadamente sorprendentes, sí que se plantan semillas para germinar en las siguientes continuaciones que, si se desarrollan adecuadamente, podrían dar mucho juego.

Para amantes de los cliffhangers, os interesará saber que aquí encontraréis un final abrupto que os dejará buscando en vano un capítulo más o dos. 

Espero grandes cosas de esta trilogía, y espero que las ideas prometedoras que comenzaron en esta primera parte lleguen a buen puerto en las secuelas y con más fuerza aún.