Han pasado tres años desde que conocimos por primera vez a nuestros queridos personajes de Blyd, una ciudad perteneciente a Nylert y ambientada en 1945 pero mezclada con elementos steampunk, tecnología moderna y magia. Un escenario curioso, atemporal y muy creativo en el que dan ganas de vivir, sobretodo si así somos compañeros de Kózel, Lórim, Kástor y muchos más personajes.

En el libro anterior, el segundo de la trilogía, descubrimos los planes que iban fraguando "el bando contrario" y conociendo poco a poco sus identidades y objetivos. Todo ello fue necesario para el golpe que dan en este desenlace, donde nadie está a salvo y las vidas de Blyd están en juego.

El Águila Blanca ha sido desenmascarado y, en un movimiento desesperado, ejecutará su mortífero plan que tiene que ver, sobretodo, con nuestro querido Lórim Hérshel y, en consecuencia, pondrá en peligro a todos sus amigos. Algo que hará que suframos durante todo el grueso de la novela, porque fue muy fácil encariñarse de ellos desde el primer libro, y le pase lo que le pase a cualquiera de ellos es algo que nos puede afectar. Eso deja bastante claro el cariño que le pusieron los autores –Geo y Fer– a su obra y consiguen que todos se mantengan constantes y fieles a sí mismos sin dejar de aprender cosas sobre ellos, siempre en constante evolución.

Ha sido todo un placer volver a recorrer las calles de Blyd y empaparme de toda la vida que rezuman sus lugares, sus personajes, sus vistas, y sus personajes. La narración es fluida, amena, sencilla y ágil, y ayuda a imaginar cada situación, cada expresión, cada sentimiento.

Lo único que me chirría un poco de este tercer volumen es que el final se nota apresurado, y creo que la culpa la tuvieron los tiempos de entrega y el estrés general fuera de la novela, así como que tuvieran que recortar muchas páginas. Pero desde el momento que terminé de leer el libro, ya echaba de menos todo lo que había vivido, y no estoy preparado para decir adiós a los personajes, a los festivales, al Liceo o incluso su telenovela.

Durante la promoción del libro anterior fueron lanzando capítulos de una precuela. Necesito un libro de eso, ¡y más cosas!

Fue toda una sorpresa y un placer descubrir a Costa Alcalá en 2017 y no han dejado de sorprender y entretener desde entonces. Me declaro fan incondicional de la combinación que hacen juntos y espero verles publicar mucho más.

Costa Alcalá es sinónimo de calidad y frescura, un referente estupendo de la literatura juvenil.