Hace tiempo que leí por primera vez a Julie Kagawa, con su tetralogía The Iron King, y tenía muchas ganas de echarle el guante a esta novedad de enero de Océano Gran Travesía; os puedo adelantar que la espera mereció la pena. La sinopsis, por sí sola, llama la atención, y su planteamiento, personajes y la trama recuerdan a elementos de un anime.
La novela contiene muchas referencias a la mitología japonesa, incluyendo kitsunes, onis, yokais y mucho más.
También encontramos muchas palabras japonesas que cuentan con su propio glosario y anotaciones a pie de página para hacerlo lo más familiar posible.

La historia está ambientada en Japón pero en su época feudal, cuando las antiguas familias gobernaban la nación. El escenario está infusionado de los elementos del folklore clásico y criaturas legendarias que te transportarán a esas series de animación nipona, mezclada con samurais y ronins.
La novela está contada desde diferentes puntos de vista que se van alternando entre capítulos. Por un lado tenemos a Yumeko, una híbrida humana-kitsune que fue abandonada cuando era un bebé a las puertas de un templo cuyos monjes la han criado.

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Cuando se vea obligada a abandonar el único mundo que ha conocido para partir en una búsqueda de la que depende el destino de Iwagoto, se encontrará con Tatsumi, la otra perspectiva por la que está contada la historia, un Samurai del Clan de la Sombra cuya misión es encontrar el antiguo pergamino del Dragón.
Mientras que Yumeko es inocente y dulce, Tatsumi es oscuro y misterioso; lo cual es bueno, si no fuera porque por culpa de ese secretismo llegamos a conocer bastante poco sobre él y su pasado, aunque imagino que es información reservada para futuros libros de la trilogía. El personaje de Okame es un poco el alivio cómico de la novela, y su sentido del humor hará que le cojas cariño rápidamente.

Kagawa, hasta ahora, no ha decepcionado en cuanto al tema de worldbuilding. Ya lo dejó claro en la saga The Iron King con el mundo feérico, y lo vuelve a demostrar aquí, en La sombra del zorro, con unos escenarios sorprendentemente ricos en detalles que harán que te transportes a esa época feudal.
Mientras que el ritmo de la historia es algo pausado al principio, una vez pasas las primeras cien páginas o así, la trama comienza a complicarse y a suceder muchas más cosas, enfrentándonos a demonios, peligros y profecías imposibles. Todo ello hará que bebas el resto de páginas y te quedes con las ganas de saber qué pasa a continuación.