Iván es un gorila que lleva una vida tranquila y apacible, acostumbrado a ver a los humanos a través del cristal de su recinto. Apenas recuerda algo sobre su vida en la selva o qué le pasó a su familia, y su rutina era normal y sin sobresaltos hasta que llegó un nuevo bebé elefante llamado Ruby, un intento de atraer más clientes al espectáculo. Algo en él cambiará, viendo su hogar con distintos ojos y sintiendo de nuevo el sentimiento de lo que es estar rodeado de gente a la que cuidar y ser cuidado, y sabrá entonces que debe hacer algo para que Ruby, tan joven, no acabe como él.

"Intenta recordar un buen día. Eso es lo que yo hago cuando no puedo dormir."

Iván es un gorila muy amistoso, cariñoso y comprensivo, para ser un animal. Amante del arte y los programas de televisión, y gracias a esos conocimientos puede ayudar tanto a Ruby como a sí mismo.
Conoceremos varios personajes, humanos y animales, llenos de personalidad y carácter únicos, desde el afecto de la elefante Stella, hasta el humor sarcástico de un perro vagabundo.

"Cuando pinto, sólo pienso en eso. Se me olvida dónde estoy, y el ayer y el mañana. Simplemente deslizo los crayones sobre el papel."

Cada capítulo es muy corto y con una narración sencilla y simple, pues no hay que olvidar que está contado desde la perspectiva de un simio, cuya perspectiva del mundo será algo muy interesante de leer pues, a pesar de su sencillez, veremos atisbos de temas más complejos comprendidos desde el lado animal, como es la crueldad del ser humano o los hábitos animales.
El resultado es una historia muy bonita y cargada de sentimiento en el que los finales felices llegan de una forma un tanto imperfecta, justo como en la vida real.

"Los humanos hablan demasiado. Parlotean como chimpancés y congestionan el mundo con su ruido, aunque no tengan nada qué decir."