Antes de leer Dos reinos oscuros, no sé si recordaréis que el libro anterior, Un trono oscuro, me dio la impresión que perdía un poco de fuelle en comparación al buen inicio de saga que fue Tres coronas oscuras. El mundo que crea la autora me gustaba, así como las magias y la historia. Los personajes eran complejos e interesantes dadas las circunstancias, pero no dejaba de sentir que le faltaba algo al segundo libro y sólo podía esperar que el tercer libro fuera mejor.
Y vaya si lo fue.

Dos reinos oscuros es toda una mejora de los dos libros anteriores y he disfrutado de mi tiempo leyéndolo. Es como si todos los fallos que tenía el segundo libro se volatilizaran y la historia sólo supiera ir hacia arriba. Kendare Blake ha sabido expandir su propio mundo literario y darnos más trasfondo sobre algunos personajes y lugares.
La novela retoma la trama justo donde lo dejaba Un trono oscuro, aunque no haré resumen por si alguien no ha leído el libro anterior y así evito spoilers. Tan sólo diré que alguien está tras el paradero de Mirabella y Arsinoe y están empezando a aparecer cadáveres por doquier. Algo se cuece en Fennbirn y es mejor pararle los pies cuanto antes.

En esta penúltima entrega de la saga la autora ha cogido todo lo que conocíamos sobre el mundo de esta saga y ha decidido expandirlo, lanzándonos a un nuevo mar de posibilidades que se abren ante nosotros al conocer nuevas tramas, leyendas, flashbacks y lore en general. El concepto de la Reina Azul es uno que da bastante juego en esta tercera entrega, y los personajes saben brillar por sí solos.

La progresión en la trama es palpable y la interacción de los personajes con la rebelión y el lore hacen que te quedes atrapados entre sus páginas. La saga tiene algo que despierta mi curiosidad y el misterio que rodea a las islas es fascinante.
Sin duda puedo decir que Dos reinos oscuros es mi libro favorito de la saga hasta ahora; eso quizás cambie cuando salga el último libro, pero por ahora toca disfrutar de esta entrega.