La investigación a través de los misteriosos extractos de diarios de William James Henry continúa en La maldición del Wendigo. En estas recopilaciones, escritas por una versión mayor de nuestro intrépido protagonista, el aprendiz de monstrumólogo Will y su guardián, el Doctor Pellinore Warthrop, se enfrentan a un terror mayor y más personal que los anthropophagi del libro anterior.

El cuarto diario de Will comienza con la alarmante noticia que el presidente de su sociedad planea anunciar al público de la existencia de vampiros, licántropos, wnedigos y otras ridículas criaturas fantásticas que no tienen una base científica y por lo tanto, no tiene cabida en la monstrumología.

Las cosas se tuercen un poco más cuando aparece la antigua prometida del doctor Warthrop asegurando que su marido ha desaparecido persiguiendo a un Wendigo, una criatura de la que se cree que no existe. ¿O sí?

Una vez más, Yancey ofrece una novela de trama ágil aunque suficientemente densa con una atmósfera fría y enigmática. Contada la historia a través de los ojos de Will Henry haciendo referencia a aventuras del pasado, surge constantemente la duda de si los acontecimientos narrados ocurrieron de verdad o tan sólo son cuentos fantásticos sobre una profesión antaño conocida y desacreditada, adornada por la relación paternal que tenía con un hombre al que admiraba y odiaba a partes iguales.

La relación entre maestro y aprendiz alcanza nuevas capas de complejidad en este segundo volumen mientras alternamos entre aventuras y persecuciones al estilo Van Helsing. Aunque narrada por el protagonista, esta segunda novela trata más sobre su maestro, Pellinore, ya que conocemos aspectos de su pasado y sobre su vida actual y su mentor.

Tras esta secuela, la saga queda bien afianzada y por ahora ya sólo queda seguir hacia arriba con nuevas criaturas que atormentar nuestra imaginación y la vida de nuestros protagonistas.