Leer a Rick Riordan es siempre una experiencia de lo más divertida. Tiene una habilidad única para introducir un tipo de humor que hace sus libros unas lecturas muy entretenidas.
Al igual que ocurrió con Magnus Chase y la Espada del Tiempo, esta segunda parte de la trilogía no ha sido una excepción en su trabajo y ha estado a la altura de su predecesor, si no más.

Lo he comentado en otras ocasiones, y es que esta saga para mí a veces parece como un reboot de Percy Jackson porque se parece en algunos aspectos, pero cuando pienso en ello, veo cuán diferentes son ambas sagas. Todo el aura que rodea a la saga de Magnus Chase en sí se siente única y diferenciada de la de Percy. Admito que se me hizo un tanto difícil cambiar el chip y meterme de lleno en el caótico panteón nórdico después de haber pasado tanto tiempo dentro de la mitología grecorromana, pero conforme te sumerges en la lectura, resulta en cierto modo fascinante.

En El Martillo de Thor, y como habréis adivinado por el título, la acción comienza poco después de donde terminó La Espada del Tiempo, con Magnus y Samirah al-Abbas reunidos en una cafetería para discutir sobre el robo del martillo de Thor, Mjolnir, y las graves consecuencias que eso podría tener; en las manos equivocadas, significaría la llegada del Ragnarok sobre todos los dioses nórdicos. Y claro, la tarea recae sobre nuestros protagonistas porque el poderoso Thor está muy ocupado comiendo y viendo la nueva temporada de Jessica Jones. Lo típico.

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Con un ritmo vertiginoso, conoceremos a lo largo de esta nueva entrega a un buen puñado de dioses nórdicos y criaturas de cada uno de los Nueve Reinos; pero cuidado, porque Riordan les habrá dado su particular lavado de cara, y los resultados pueden llegar a ser bastante divertidos. Si en el libro anterior conocíamos el reino de los enanos, prepárate para conocer los reinos de los elfos y el de los gigantes.

Un gran punto a favor de esta novela en particular es la enorme diversidad que está introduciendo Riordan en sus personajes.
El autor siempre ha sido gran defensor del colectivo LGBT a través de sus personajes, y a la colección se suma Alex Fierro, el hijo/la hija de Loki, quien se identifica como de género fluido, una característica más como cualquier otra de su personalidad, como son ser un poco macarra, independiente, genial y sin complejos.
Su presencia provocará conversaciones en las que se aprovechará para defender a este colectivo de manera inconsciente para los lectores, así como conversaciones sobre pronombres, identificación de género y percepción del público; sin duda un aspecto muy positivo y necesario en novelas MG/YA (middlegrade/youngadult) pues son escenarios poco, por no decir nada, explotados.

El resto de personajes sigue siendo igual de genial que en el primer libro, llevándose casi todo el mérito Magnus, obviamente; aunque, por otra parte, Samirah tiene mayor importancia en esta entrega, con sus ideales, moralidad y creencias (siendo una valquiria musulmana, que tenga que lidiar con la mitología nórdica puede ser algo bastante confuso), y elementos de su religión se mencionan bastante a lo largo de la novela.

En resumen, Riordan ha elevado la mitología clásica con sus historias modernas donde procura que sus personajes reflejen la normalidad de la actualidad, lo que hace que su talento destaque.
Incluyendo a personajes gay, musulmanes o transgénero, Riordan educa a los lectores de cualquier edad para no odiar a otros por ser diferentes.
El autor va más allá de la típica historia y hace a sus personajes creíbles y realistas con su humor y sus referencias a la cultura pop.