Título: Soñar con la superficie
Autor: Louise O'Neill
Editorial: Plataforma Neo
Páginas: 296
Precio: 18 €
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Este libro cuenta con trasfondos sumamente sombríos y está lleno de rabia y gritos de arenga: un fascinante ejemplo de narración.
En el fondo del mar, a cierta distancia de la fría costa irlandesa, vive Gaia, una joven sirena que sueña con liberarse de su controlador padre.
La primera vez que sube a la superficie, se siente atraída por un chico humano y anhela unirse a su mundo sin preocupaciones, pero ¿cuánto tendrá que sacrificar Gaia?
¿Qué deberá hacer la sirenita para encontrar su voz?
Esta es una nueva visión del cuento de hadas original de Hans Christian Andersen a través de una incisiva lente feminista, dotada del estilo deslumbrante y agudo y la habilidad para construir mundos que le han proporcionado a Louise legiones de leales admiradores.
En el fondo del mar, a cierta distancia de la fría costa irlandesa, vive Gaia, una joven sirena que sueña con liberarse de su controlador padre.
La primera vez que sube a la superficie, se siente atraída por un chico humano y anhela unirse a su mundo sin preocupaciones, pero ¿cuánto tendrá que sacrificar Gaia?
¿Qué deberá hacer la sirenita para encontrar su voz?
Esta es una nueva visión del cuento de hadas original de Hans Christian Andersen a través de una incisiva lente feminista, dotada del estilo deslumbrante y agudo y la habilidad para construir mundos que le han proporcionado a Louise legiones de leales admiradores.
Conocí este libro el año pasado y quedé prendado de su portada tan bonita. No sólo por eso, sino también porque era un retelling de La Sirenita, una de mis películas Disney favoritas cuando era niño. Pero, más concretamente, se trata de un retelling del cuento de Christian Andersen con una vuelta de tuerca feminista.
La primera mitad del libro es bastante buena. Gaia, nuestra sirena protagonista, ha vivido toda su vida (quince años) en una sociedad patriarcal donde su padre, el Rey del Mar, gobierna con mano dura, y que lo único que quiere es que sus siete hijas sean hermosas, obedientes y no muy habladoras. Las consecuencias de llevarle la contraria es la violencia.
Este comportamiento hacia el sexo femenino también se contagia en los sirenos, cuya forma de mirar, tratar y tocar a las sirenas es bastante...babosa, y me sentí muy incómodo en más de una ocasión.
Dejando a un lado esta sociedad patriarcal controladora, no hay más worldbuilding: existen los sirenos y sirenas, el Rey del Mar es quien manda, hay rusalkas (criaturas del folklore eslavo, mujeres humanas que se ahogaron tras haber sido traicionadas y heridas por hombres. Son como sirenas, pero feas) y la Bruja del Mar. Se comenta muy por encima que hubo una guerra entre ambos bandos y que no pueden acercarse a los dominios de la Bruja, pero poco más, lo cual es algo decepcionante. Una buena oportunidad perdida.
Aunque, bueno, la historia está contada desde el punto de vista de Gaia, y teniendo en cuenta la sociedad en la que vive actualmente, podría tener sentido que nunca le contaran nada.
Lo que al menos sí introduce la autora en la historia es el pasado de la madre de Gaia: Muireann.
Muirean está muerta. Fue capturada por humanos y asesinada, porque estaba demasiado interesada en ir a la superficie, fascinada por ellos. El Rey del Mar le contó a sus hijas que le abandonó para perseguir su obsesión, que no les quería lo suficiente como para quedarse en casa. Sólo pensar en ella enfurece al Rey del Mar, hasta el punto que le cambió el nombre a Gaia (el nombre que le puso su madre, muy "de la tierra") por Muirgen, más propio de la gente del mar.
Está prohibido hablar de Muireann en presencia del rey, pero Gaia no puede dejar de pensar en ello. Si nunca hubo un cuerpo al que llorar, ¿está realmente muerta?
Este pensamiento, sumado al hecho de que conoció al humano llamado Oliver cuando la salva de unas rusalkas durante una tormenta (y por quien siente una obsesión enfermiza), harán que Gaia decida hacer un trato con la Bruja del Mar para visitar el mundo de los humanos, descubrir qué le pasó a su madre y, de paso, conocer a su flechazo humano.
«Los días de mi infancia siguieron transcurriendo, disolviéndose como espuma de mar en la cresta de las olas. Los he ido contando, los días y las noches, las semanas, los meses, los años. He estado aguardando este día.»
Otra cosa que me ha gustado en esta novela es lo que hace Louise O'Neill con la Bruja del Mar. Ella no es como esperarías que fuera, o como esperaría la gente del mar que fuera según lo que se cuenta. Es poderosa, llena de confianza en sí misma, y vive su vida como quiere. Puede que no sea hermosa según los cánones de belleza que predica el Rey del Mar, pero eso no es motivo para silenciarla.
"Me llamo Ceto. Tu Padre es el que insiste en llamarme "bruja". Ese solo es un término que los hombres usan para referirse a las mujeres que no les tienen miedo, que se niegan a aceptar órdenes."
Esta es sólo una de las perlas que Ceto suelta en nuestro breve encuentro con ella, y prácticamente todos sus diálogos la hacen ver como un auténtico modelo feminista a seguir. Prácticamente todo lo que no es Gaia, a quien tenemos que ver durante todo el libro cómo es un prototipo más de "chica de novela juvenil", por desgracia. A lo largo de la historia vemos buenas representaciones de cultura de la violación, culpabilización de la víctima, machismo, etc, pero son temas que parecen no aplicarse a la forma de ver y ser de Gaia, quien actúa como "una chica más".
Y esto es algo que se extiende a lo largo de la segunda mitad de la novela, donde apenas pasa nada destacable. No en vano se obsesiona con un chico humano porque es guapo, y cuando está en tierra, a pesar de no tener voz y que cada paso que da se siente como una cuchillada (literalmente, porque se le forman heridas sangrantes), en lo único que piensa es en que la mire, que se acerque, que la bese, y hasta se masturba pensando en él (alguien a quien sólo conoce de una noche). Y todo es prácticamente así (una gran espiral de obsesión enfermiza) durante el mes que dura el hechizo, hasta que la trama retoma interés en el último día, donde encontramos conversaciones fascinantes, descubrimos todo sobre muchas cosas, etc. Pero llega el final, y es todo demasiado abrupto, y ni siquiera tiene epílogo. Salvo que vaya a tener una secuela (que no la necesita realmente), el final, aunque bueno, es muy anticlimático.
En resumen, Soñar con la superficie es un retelling con fuerza, que hace pensar y recapacitar y contiene mensajes muy importantes.
Aunque para mí haya perdido bastante fuelle en la segunda mitad del libro, es una historia que recomendaría a fans del género o que busquen historias/retellings feministas.
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